martes, 2 de diciembre de 2014

la vida domestica en roma

La Vida Domestica En Roma
  "La antigua Roma designa la entidad política unitaria surgida de la expansión de la ciudad de roma, que en su época de apogeo, llegó a abarcar desde Gran Bretaña al desierto del Sahara y desde la península ibérica al Eufrátes. En un principio, tras su fundación(según la tradición en 753 a . C.), Roma fue una monarquía etrusca. Más tarde (509 a. C.) fue una república latina, y en 27 a . C. se convirtió en un imperio. Al período de mayor esplendor se le conoce como pax romana, debido al relativo estado de armonía que prevaleció en las regiones que estaban bajo el dominio romano, un período de orden y prosperidad que conoció el Imperio bajo la Dinastías de los Antoninos (96-192) y, en menor medida, bajo la de los Severos (193-235). Constituye un elemento crucial del desarrollo de Occidente, y más tarde también de Oriente.
  Según la tradición romana, Rómulo (c. 771 a. C.- c. 717 a. C.) y su hermano gemelo Remo (c. 771 a. C. – c. 753 a. C.) fueron los fundadores de Roma y del Senado romano. La historio grafía actual considera falsa esta tradición, fijando el origen de la ciudad a finales del siglo VII a. C."              http://es.wikipedia.org/wiki/Antigua_Roma
                 -  La Vida Social

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Filosofia y religion de la Antigua Roma

Para los romanos la filosofía consistía en un conjunto de “ejercicios espirituales y reglas de vida”; no se la entendía como se la entiende en los tiempos modernos, como un conjunto de saberes y teorías acerca del cosmos. La filosofía romana como tal, apuntaba casi exclusivamente al hombre y al saber vivir. Existían entonces academias, igual que en Grecia, donde no solamente se acumulaban saberes sino donde también se enseñaba a vivir, a saber vivir; los epicúreos, los hedonistas, los estoicos no pretendían otra cosa más que sugerir códigos de comportamiento y de pensamiento capaces de “sustraer al individuo de las inquietudes de la existencia”.
La religión, en cambio, estaba muy poco relacionada con las reglas de vida o las ideas acerca de la muerte y el más allá; aquella no pretendía ser más que una descripción de los panteones y de las virtudes de cada dios, o a lo sumo inculcar una devoción interesada por los favores divinos; habían dioses de todo tipo, dioses que favorecían la agricultura, que protegían o castigaban en el mar, o que representaban a la sabiduría, a los sueños, a la imaginación, no prometían sus dioses solamente salvación eterna y más allá (también había de estos), los dioses eran tan abundantes como las virtudes. Cada cual veneraba al Dios que escogiese, frecuentemente un Dios a quien le habían erigido un templo cercano a su hogar, y se formaba una idea de él proporcional a su capacidad espiritual e intelectual. “En lugar del partido único que es una Iglesia, nos hallamos ante la libre empresa religiosa: cada uno formaba un templo y enseñaba el dios que quería, como si abriera un hotel o lanzara un producto nuevo, y cada uno se convertía en cliente del dios que prefería y que no era forzosamente el mismo que la ciudad había preferido por su parte: la elección era libre”. Y a nadie se le ocurría decir que hay un solo dios.
Por lo tanto el concepto de Dios de los romanos es medularmente distinto del concepto de Dios de las “religiones del libro”, de las religiones monoteístas como la musulmana, la cristiana o la judía; en efecto, los dioses romanos eran considerados como unos habitantes más de la naturaleza, influyentes y poderosos pero habitantes del mundo: “constituyen una de las tres razas que lo pueblan...los animales, que no son ni racionales ni inmortales; los hombres, racionales pero mortales; y los dioses, racionales e inmortales”. Los dioses romanos eran sexuados y se distinguían por sus nombres, pudiendo desde luego tomar otros nombres en territorios extranjeros sin que ello diera motivo a peleas: “Júpiter es en todas partes Júpiter, igual que un león es en todas partes un león, pero se llama Zeus en griego, Taranis en galo y Yavhé en hebreo”. No respetaban a los dioses extranjeros cuando eran considerados ridículos, como cuando tomaban formas humanas mezcladas con animales (caso egipcio), o como cuando los propios extranjeros temían a sus dioses (deisidaimonia) y eran en exceso serviles y piadosos. De hecho, los dioses representaban para la gente lo que un patrono para un romano pobre: se rendían a los dioses los mismos honores (colere, timan) que a los hombres superiores, se le pedían favores, se los iba a saludar todas las mañanas, o se los saludaba con la mano en alto cada vez que se pasaba delante de su imagen e incluso se les criticaba cuando no se dignaban a conceder los favores pedidos, como cuando murió Germánico, un príncipe muy querido: los romanos se precipitaron furiosos a “lapidar” los templos porque los dioses no supieron salvarlo.
Pero no por ello debemos pensar que el pueblo romano era impío o nada más interesado; no se temía a los dioses porque la concepción que de ellos se tenía es que eran buenos y justos. Muchos, sobretodo las mujeres, iban a los templos a rogar y hasta a colaborar con la limpieza y el adorno; la mayoría tenía esculturillas en sus hogares, y los dioses y genios menores eran como parte de la familia. Había eso sí, distanciamiento de los dioses entre los poderosos, la familiaridad popular con ellos no existía; había que mantener la distancia tanto con los inferiores como con los superiores, que frecuentementEpicuroe colindaba con la impiedad y una extrañeza burlesca para con la piedad popular. En lo que si creían los notables (pero jamás llegaron a tener certeza), es en una providencia; se hablaba frecuentemente de los dioses, de la divinidad, a la cual no se le rendía culto en bloque pero que sin embargo era un término muy usado cuando ocurría algo bueno. La posición de los doctos para con la religión fue siempre “categórica: ni una palabra de todo ello”. Creían a lo sumo en una providencia, pero escasas veces un docto reverenció a uno de los dioses. Varios fueron más bien sarcásticos con los dioses: “¿pero que hacen entonces con sus órganos estos eternos bienaventurados?...¿hay, por tanto, un estómago, intestinos y órganos sexuales en el interior de estas figuras?”, exclamaban Plinio o Cicerón. Por otra parte, los dioses no eran inalcanzables, se hallan justo encima de los hombres: “Epicuro, según un secretario suyo, “ha sido un dios, sí, un dios””; por eso también es que se divinizaba a reyes y emperadores, “y por ello también las sectas estoica y epicúrea pudieron proponer a los individuos su conversión, con el nombre de sabios, en los iguales mortales de los dioses; llegar a ser “superhombres”...”, aunque las invitaciones a ingresar al clan de los divinos o al reino de los cielos fueron prácticamente nulas, pues una cosa es ser un reflejo y otra, lo reflejado.
Hubo sin embargo un cambio paulatino en el paganismo alrededor de los años 100 d.C. Primero por un cambio en la consideración de los dioses que fueron transformados hasta tener una función: no serían ya simplemente protectores sino también gobernadores y consejeros; dicho cambio estuvo acompañado por un claro aumento en la piedad popular. Antes del cambio, los intermediarios entre dioses y hombres eran institucionales: los sacerdotes o los oráculos; pero con el cambio el pueblo pareció sensibilizarse y ya no fueron tan solo las vías institucionales quienes permitían comunicarse y recibir las órdenes de los dioses sino también las individuales: sueños, presentimientos y todos los pequeños cambios en la vida cotidiana en los que el pueblo reconocía oráculos divinos. Quizás el aumento en la piedad y la consideración más seria para con los dioses fue fomentada por toda una pequeña serie de pequeños libros de piedad: “el paganismo de la clase media, que había ido a la escuela hasta los doce años, se hizo también librezco”.
Baco, el dios del vino y de todo lo espontáneoEl más allá nunca tuvo una doctrina como fundamento, ninguna de las sectas filosóficas más conocidas prometió nunca nada más allá de los confines terrenales. Lo que no implica que no se creyera en su existencia, aunque fuere nada más que como un medio de consuelo, y no fue nunca muy arraigada en la gente pues como dijimos, no existieron doctrinas lo suficientemente difundidas como para sostener tal creencia. Los pocos testimonios de tal creencia se encuentran en los sarcófagos y en algunos ritos funerarios (flores, jarrones, perfumes junto al cadáver), y sobretodo en los sarcófagos infantiles, siendo Baco el dios favorito para las representaciones pictográficas de los sarcófagos; “Baco, dios del más allá, era un puede ser consolador del que se había oído hablar”. No creían sin embargo que los difuntos pudiesen sentir los perfumes o contemplar las dádivas. Aunque los dioses no eran temidos en vida, si existía una creencia bastante difundida en un tribunal de dioses, siempre justos, benévolos y vengadores, que tenían la facultad de hacerlos sufrir durante el descanso.
Las dos sectas o escuelas mayores (por su difusión) durante el imperio romano fueron la estoica y la epicúrea; ambas proponían una liberación del miedo y una promesa de felicidad, independiente de los golpes de la suerte; la secta no era una escuela donde se aprendían ideas generales sino que se buscaba en ellas “un método razonado de tranquilización”. El estoicismo, según Veynes, “prescribía la necesidad de mantenerse, a fuerza de ejercicios de pensamiento, en un estado de ejercicio heroico al que nada pueda ya afectar”, justificando su doctrina por la existencia de una razón y una providencia; sugerían cumplir con los deberes y obligaciones que dictaban la familia y la ciudad so pena de desgracia o mutilación. El epicureísmo sostenía la necesidad imperativa en el hombre de librarse de todo tipo de angustias y de falsas necesidades; “prescribía una vida a base de amistad y agua fresca”, y la única obligación en su doctrina era cumplir con los pactos de amistad. Ambas escuelas defendían el suicidio como método válido y digno ante la enfermedad o la persecución; sostenían también ambas el desdén por la muerte, los vanos deseos, el dinero, los honores, los bienes perecederos, pues no garantizaban una seguridad inquebrantable. Los jóvenes romanos se convertían por lo general a una de estas sectas durante su aprendizaje de retórica. Los más convencidos adoptaban los usos de los filósofos: la barba descuidada y la vestimenta de filósofo; el resto se contentaba con leer las obras de los filósofos o con tener un preceptor de filosofía en casa.
Con respecto a los filósofos, se sabe que estos eran en un principio admirados y respetados. Sin embargo, ninguno de ellos tenía derecho a criticar vidas ajenas si su doctrina no era también practicada vitalmente por el mismo. Solo quienes vivían de acuerdo a su doctrina tenían derecho “objetar consciencias”. El problema es que todo convertido a una doctrina se convertía en “propagandista” de aquella, y no siempre practicaba lo predicado. Por otra parte, las filosofías antiguas jamás se propusieron imponer sus ideales en la gente, sino más bien al contrario, sabían expresamente que lo enseñado sería aceptado tan solo por unos pocos, lo que no les impedía tratar de captar adeptos; además, las distintas filosofías no se proponían ser interesantes o representar las verdades más profundas sino cambiar las existencias, hacer que los interesados las pusieran en práctica, mediante ejercicios espirituales: recapitular las verdades, repetírselas a uno mismo en silencio, escuchar y dar conferencias públicas: “revive sin cesar en tu espíritu las verdades que has escuchado en un momento dado y que tú mismo has enseñado a otros”. Mas con el tiempo la filosofía romana dejó de ser un método de vida (quizás debido a las asperezas vitales que exigían) para convertirse simplemente en curiosidad intelectual o en un recurso más de la actividad retórica; “la filosofía acabó por ser una parte de la vida cultural, de sus pompas y de sus obras, y la gente se apretaba para escuchar las elocuentísimas conferencias públicas de algunos grandes tenores del pensamiento”.

La vida social en la Antigua Roma

La Antigua Roma se regocijaba y encontraba placeres y comodidad al interior de las ciudades; el campo era despreciado; los notables conformaban una nobleza urbana, y solo vivían en el campo durante el verano. Aunque también buscaban placeres en el campo, siendo el principal de ellos la exaltación del valor durante las expediciones de caza. Pero los grandes placeres eran urbanos: los baños públicos, el teatro, el circo, el coliseo, los deportes, y por supuesto, los banquetes y grandes fiestas populares. Y se era más privilegiado cuando la ciudad estaba rodeada por una muralla, cerco que la distinguía de las demás, y que “tenía mucho que ver con la mentalidad privada”; solo se podía ser un verdadero romano en la ciudad.
Los ciudadanos romanos también eran atraídos por las construcciones, por las grandes ciudades y sus acueductos, edificios, canales, puentes y por los nuevos inventos que eran más bien escasos para la época (eran la excepción y no la regla), tal como los cuadrantes solares que pronto fueron construidos en cada ciudad. Y por supuesto se delitaban con las esculturas que eran muy abundantes, y los mosaicos que adornaban numerosas paredes.
Pero el placer más reverenciado entre los romanos era el banquete, que se solía preparar a diario entre los notables; aunque incluso los más pobres hacían su pequeña cena diaria, siempre por la noche. La comida nocturna era el premio al esfuerzo diario, el momento en que se olvidan las obligaciones y los deberes y se relajaba el romano para charlar y “sostener su personaje”. El banquete debía realizarse comiendo recostados sobre lechos, pues sentarse a la mesa era señal de extremada pobreza. Siempre se empezaba comiendo, prácticamente sin beber y sin charlar, la comida era bastante condimentada, la carne siempre hervida antes de asarla y luego endulzada; el sabor más característico de la romanidad era el agridulce. El verdadero banquete comenzaba después de la comida, durante la comissatio, en que se bebía y charlaba largo tiempo, bebiendo, ricos o pobres, vino diluído. Así mismo, durante el banquete se juntaban personas de todas las clases sociales, todas ordenadas y distribuidas mediante un orden jerárquico. Los festines entre los notables se caracterizaban por romanos que llevaban arreglos florales o coronas sobre la cabeza, y por estar todos perfumados y untados en aceites olorosos (se desconocía el alcohol). En los banquetes cotidianos generalmente se invitaba al filósofo doméstico (frecuentemente un griego, un grammatici) para que disertara a los integrantes de la familia.
La cotidianeidad feliz de los romanos se encontraba en la convivencia con amigos mucho más que en la familia. Por eso el pueblo compartía los atardeceres en numerosas cofradías (collegia) o en tabernas, donde encontraba a sus amigos y colegas de oficio. En las cofradías y en las tabernas se bebía y se charlaba, en Pompeya las tabernas ofrecían también su horno pues muchos pobres no poseían uno para calentar su comida. El poder imperial luchó durante cuatro siglos para que las tabernas no ofrecieran comida y no funcionasen también como restaurantes (thermopolium). También las cofradías molestaban al imperio, pues consideraban peligrosos esos numerosos pequeños centros de poder, donde los propósitos de tales agrupaciones no estaban claramente definidos.
En un principio los collegia fueron establecidos como agrupaciones de gentes practicando el mismo oficio o que le rendían culto a la misma divinidad, se agrupaban hombres libres e incluso esclavos en torno a un mismo tema afín. Cada ciudad tenía una o más cofradías, donde se reunían exclusivamente hombres, y se imitaba la organización política de las ciudades, nombrando secretarios, magistrados,... En las cofradías también se celebraban los banquetes, de hecho eran un pretexto para comer, aunque también pertenecer a una de ellas aseguraba un funeral digno y un banquete tras el funeral (mecenazgo funerario). Para ingresar a una cofradía frecuentemente había que pagar un derecho de entrada, con lo que se aseguraban parte de los gastos de los banquetes. Así mismo, alguno de los integrantes podía pagar por anticipado los gastos de su funeral, de manera a tener una celebración que destaque de las demás. “La multiplicación de los colegios hizo de ellos el marco principal de la vida privada plebeya”, aunque las tabernas fueron siempre más abundantes. En todo caso, las cofradías no tardaron mucho en ser el lugar preferido para el proselitismo de los pretendientes a gobernantes, ni tampoco tardaron en fraguar protestas populares, puesto que por natural inercia, pronto se empezaron a proferir durante las reuniones las quejas contra los gobiernos de turno.
El triunfo de BacoLa pasión romana por la sociabilidad está notablemente representada, sino sostenida, por un Dios muy conocido y popular: Baco. Ninguno de los dioses romanos logró ser más representado, en jarrones, vasijas, platos, pinturas, murales, sarcófagos, que Baco, ni Venus si quiera. No se le hacían sacrificios ni invocaban su nombre cuando se presentaban los problemas pero se lo honraba frecuentemente en los banquetes, pues era el Dios de los placeres y de la sociabilidad; se lo asociaba con las virtudes civilizadoras pues sabe domar la fiereza de los tigres que mansamente se dejan acoplar a su carruaje, es el suavizador de las pasiones humanas. Siempre seguido por un cortejo de “familiares ebrios y acompañantes en éxtasis”, traía la paz al mundo y el goce sensual de los cuerpos. También lo acompañaban mujeres semidesnudas, la más bella de las cuales, Ariana, era su amante. Existían cofradías en su honor, y aunque no era muy reverenciado, existía toda una gama de misterios e iniciaciones para ingresar en ellas, lo que asienta un precedente importante en el nacimiento de las sectas religiosas, donde el fervor religioso peleaba palmo a palmo por la búsqueda de adeptos con el placer social de los banquetes. Las sectas también suelen ser mencionadas como origen de la revolución espiritual que opacaría el antiguo imperio romano.
Los banquetes estaban fuertemente relacionados con la religión; se ofrecían sacrificios a los Dioses, pero hay que entender que sacrificio (philothytes) significaba para los romanos festín. Se inmolaba un animal, en el altar (particular o público), y todos comían y bebían. Cuando el festejo se realizaba en un templo público, los sacerdotes y sus cocineros eran pagados con las carnes de los animales, que luego revendían a los carniceros de cada ciudad. Así mismo, cada ciudad tenía sus propios días de festejo, días en que nadie trabajaba; la semana judeocristiana no se conoció hasta finales del imperio, por lo que el año tenía días de descanso establecidos pero no necesariamente periódicos; y por lo mismo, se hacían muchas fiestas. El inicio de cada año y de cada mes era siempre celebrado con un banquete, lo mismo que el aniversario de nacimiento de cada padre de familia, en que se sacrificaban animales en honor de los genios protectores (Lares, Penates, genius). Todos esos banquetes eran también esperados (se fomentaba la espera del placer) por los numerosos mendigos (bomolochoi) que albergaban las ciudades romanas. Los pobres también solían efectuar sacrificios, aunque más modestos: le ofrecían un ave a Esculapio y volvían a casa a cocinarla, o más sencillamente, depositaban sobre el altar doméstico una torta de trigo (farpium). De la misma manera, los ricos también tenían maneras más sencillas de reverenciar a los dioses (invitare deos): sacaban las estatuillas de los dioses y disponían junto a ellas los manjares preparados.
Termas RomanasOtro de los grandes placeres de los romanos era el agua, los baños; en un principio modestas bañeras de madera llenas de agua fría que sin embargo fueron evolucionando hasta formar placenteros complejos con termas de agua caliente con espacios para pasear y hacer deporte. Lo genuinamente curioso es que todo el mundo tenía acceso a los baños(llamados gimnasios entre los griegos), esclavos incluidos, por una módica suma. Los grandes baños eran el tributo de los gobernantes y de los hombres ricos al pueblo. También los extranjeros tenían acceso a los baños, que juntamente con los gladiadores del coliseo eran la primera atracción de la romanidad.
Los baños no eran una práctica de higiene ni tampoco un lugar sagrado, sino un placer parecido a la “vida de playa” de los modernos, un lugar donde se hace deporte, donde uno se divierte en el agua y también un lugar de encuentro de amistades. Cristianos y filósofos consideraban a los baños y a la limpieza en general como un signo de molicie, siendo la barba sucia de los segundos parte de su orgullo y señal de austeridad. La apertura de los baños públicos era anunciada con el gong (discus), todos los días del año. Toda mansión tenía su propio baño, que frecuentemente ocupaba el mismo espacio que varias habitaciones.Los sexos se hallaban separados en los baños públicos. A partir del año cien a.C. los baños públicos incluyeron en sus servicios el de ofrecer lugares temperados artificialmente para apagar los rigores del frío.
Anfiteatro en AmanFinalmente, no podemos olvidar los famosos espectáculos romanos. “En Roma y en cada ciudad, los espectáculos constituyen la cuestión capital; en el ámbito griego, la cuestión capital eran los concursos atléticos, los grandes (isolympicoi, periodicoi), los medianos (stephanitai), a los que acude todo el mundo helénico y que dan lugar también a las ferias, y los pequeños (themides). Sin olvidar los combates de gladiadores, que los griegos se habían apresurado a copiar de los romanos. Atletas, actores, cocheros y gladiadores eran auténticas vedettes; era el teatro quien lanzaba las modas; y el pueblo cantaba las canciones de éxito que había escuchado sobre el escenario”. Tal era la pasión que provocaban las carreras del Circo y los combates en la arena que frecuentemente habían disputas callejeras puesto que se formaban bandos en apoyo de tal o cual equipo de corredores o categoría de gladiadores. Por lo mismo, también eran frecuentes las censuras y los destierros. Todo el mundo asistía a los espectáculos, desde los esclavos hasta los emperadores, aunque a Marco Aurelio le pareciera que eran siempre lo mismo.
Sin embargo, al final de la antigüedad romana, los espectáculos comenzaron a ponerse en cuestión: según los cristianos de la época “el teatro es lascivia, el Circo ansiedad y la arena crueldad”. Se puede pensar con mucha razón que la romanidad era un tanto sádica, aunque se sabe que la mayoría de los gladiadores eran voluntarios y bien pagados; el máximo interés de la gente se centraba en el momento crucial donde se decidía por la vida de los gladiadores, cuando el mecenas que pagaba la fiesta decidía por la vida o la muerte del luchador (tales escenas son muy frecuentes entre los sepulcros y las paredes de las mansiones). Pero lo cierto es que los romanos eran tan sádicos como los hombres del medioevo, que acudían masivamente a ver como morían los condenados a muerte, cristianos mirando una mujer quemándose. Además, quizás los romanos tengan una pequeña excusa; en toda tierra conquistada por ellos se prohibían los sacrificios humanos.
En cuanto a los placeres privados y la sexualidad, Veyne quiere desmitificar el letrero lascivo e impúdico que le han colocado al imperio romano; en la Roma del Imperio estaba prohibido hacerle el amor a la mujer durante el día (excepto al día siguiente de la boda), hacerle el amor con la luz encendida ni tocar o ver los senos desnudos de la mujer. Toda mujer, incluso las prostitutas debían y conservaban su sostén durante el acto amoroso. En suma, el cuerpo desnudo de la mujer estaba velado para ellos, velado por la leyes morales romanas. Pero la romanidad era también una sociedad machista donde “o se sablea o lo sablean a uno”; los muchachos se desafiaban de palabra en términos fálicos. Cualquier romano enamorado de una mujer era considerado un demente o un esclavo moral; “ser activo, eso quería decir ser un macho, cualquiera que fuese el sexo de la pareja pasiva”. La pasividad (impudicitia) era considerada un signo de afeminamiento. Por otra parte, la pederastia era tolerada, quizás por la simple existencia de la esclavitud; por tal tolerancia la pederastia estuvo muy difundida por todo el imperio.
Leamos con agrado el juicio moral que hace Veyne, un verdadero Asterix, de los romanos: “Los romanos no conocían más que una variedad de individualismo, que confirmaba la regla al tiempo que parecía negarla: era la paradoja del débil enérgico; citaban con secreta delectación el caso de senadores cuya vida privada era de una debilidad detestable, sin que dejasen por ello de dar las más inequívocas muestras de energía en su actividad pública”, como que las romanas mandaban en casa. “Henos aquí ante los romanos tranquilizados; de hecho, su individualismo peculiar no se llamaba experiencia vivida, complacencia en sí mismos o devoción privada, sino tranquilización”.
Existe una clara diferencia de comportamientos entre la romanidad antigua y la que anticipa su decadencia y la entrada al medioevo. La romanidad antigua se caracteriza por rasgos de cortesía y altivez entre todos los hombres libres, incluido el emperador, considerado como un ciudadano más. Por más que un hombre libre ocupase un rango jerárquico bajo, debía comportarse con respeto pero sin rasgos de servilismo. Se ha dicho que uno de las causas de la decadencia romana es la degeneración en las costumbres, el despotismo y los aires megalómanos de los últimos emperadores. Tal diferencia se muestra claramente en las artes; las esculturas de los emperadores antiguos representaban fielmente la realidad (al igual que las pinturas de las batallas o de la vida cotidiana), generalmente un joven de buen talante, intelectual y de “rasgos individualizados”, mientras que los de finales del imperio representan a un inspirado de ojos asimétricos o a un “jerarca musoliniano”. A finales de la romanidad todo cambia, la elocuencia se transforma en “una negra retórica expresionista” y la política en una actividad despótica y “sublime”. La desmesura es característica del comienzo de la decadencia romana.
Así mismo, en las relaciones sociales el amor no era exaltado como lo más importante sino la amistad (confundida con el clientelismo); el amor para los romanos era asociado con el servilismo, lo mismo que el afecto para con el padre, considerado como un comportamiento plebeyo.

moral y costumbres

El arte funerario de los romanos hablaba mucho menos del más allá que de la vida del difunto, de los cargos o distinciones que conquistó, o de lo que aconsejaba a los paseantes que leían su epitafio.
La escritura sobre los epitafios era accesible al común de la gente pues frecuentemente eran pictóricas o escritas en un latín popular; se encontraban frecuentemente a la salida de pueblos y ciudades, a ambos costados de los caminos.
En los descubrimientos arqueológicos se ha podido descubrir una abundante cantidad de tumbas y epitafios, que frecuentemente tratan de llamar la atención del paseante. Las tumbas de los ricos eran más grandes y mejor decoradas: generalmente se representa al hombre a la izquierda de la piedra (la posición más honorable), leyendo algún rollo, u ocupándose de sus actividades diarias, mientras que la mujer es representada a la derecha, frecuentemente en actos de devoción religiosa, alzando su brazo ante alguna divinidad seguida de un cortejo de esclavos o haciendo ofrendas de incienso.
El epitafio era muy importante para los romanos, no por ser, como dijimos, una puerta de entrada al más allá, sino por expresar parte de la vida o de los sentimientos de cada cual, algo muy parecido a la función del testamento.
Al parecer los romanos padecían una tenaz obsesión por todo lo público, o en palabras más sencillas, por el qué-dirán; así, se han encontrado epitafios en los que el difunto saca a relucir los sentimientos que le aquejaban antes de morir: la traición de la amada, la deslealtad del esclavo, el deshonor de una hija indigna,...el epitafio era además una forma de quejarse. El epitafio romano representa de verdad a la muerte vulgar, como cuando el atormentado por su vida o sus pensamientos se acuesta y no hace otra cosa que quejarse. La muerte no era para los romanos una entrada, era nada más que un final, un final vulgar incluso entre los “ricos”: se recordaba la vida, o los traumas. Han encontrado incluso epitafios donde se maldecía.
Un ejemplo de epitafio romano: “he vivido mezquinamente durante toda mi existencia, por eso os aconsejo que viváis más placenteramente que yo. La vida es así: se llega hasta aquí, y  ni un paso más. Amar, beber, ir a los baños, eso es la verdadera vida: después, no hay nada más. Yo, por mi parte, no seguí nunca los consejos de ningún filósofo. No os fiéis de los médicos; ellos son los que me han matado”. Comparémosla con un epitafio espartano que comentaba un relieve funerario erótico: “Esto sí que se llama un templo, éste sí que es el lugar de tus misterios, esto es lo que ha de hacer un mortal cuando contempla dónde la vida acaba”.
Ya sea por medio de los epitafios o por medio de las sencillas palabras, en Roma se resaltaba y recordaba constantemente la diferencia entre individuos. Se consideraba de lo más digno la franqueza (parrhesia) insultante ante la gente inferior. Un “grande” siempre salía a la calle con un cortejo, para aparentar y sobretodo para estar protegido por sus esclavos; la salida se hacía siempre con la finalidad de estar incesantemente impresionando a los observadores y afirmando sin más cual es su posición social.
Representación de un divorcio romanoLas posiciones sociales eran respetadas y protegidas por las costumbres pero sobretodo por los derechos legales, por la constitución romana. En muchos sentidos se puede afirmar que el derecho romano era individualista, pues a los individuos libres no se les podía obligar a hacer cosas que no estuviesen contempladas en la legalidad, el divorcio (repudium) era un derecho de hombres y mujeres, y la propiedad podía enajenarse libremente; es decir, la romanidad ostentaba derechos civiles en teoría, porque ya hemos visto el nivel de corrupción y de desmedida ambición que reinaba en paralelo con la constitución.
Ninguna ley era lo suficientemente fuerte ante un poderoso, ante un romano con dinero e influencias. Sin embargo, también es cierto que no había imposición religiosa: cada ciudad y cada individuo era libre de rendirle homenaje a los dioses de su preferencia dejando a los mismos dioses la justicia por las injurias hechas por los hombres a los dioses no reverenciados o blasfemados. El autor manifiesta también que ni en Roma ni en Grecia se garantizó nunca el derecho de las libertades formales, sino que se dedicaron casi exclusivamente a regir las obligaciones y derechos domésticos: fidelidad, responsabilidades patrimoniales, diferencias de estatus; se garantizaban , y solo hasta cierta esfera, los derechos de los padres.
Limitados o no, tales derechos civiles no perduraron hasta el final del imperio, pues hubo emperadores que quisieron reformar las costumbres y las penas: Augusto luchó y tomó medidas contra el adulterio femenino, Domiciano obligó a los amantes a formalizar su relación y prohibió a los poetas usar términos obscenos en sus obras, los Severos penaron el adulterio (stuprum) masculino y convirtieron al aborto en un crimen contra el esposo y la patria, Constantino impuso el cristianismo como religión oficial, aboliendo la multitud de cultos paganos. En suma, los escasos derechos civiles de los romanos fueron reduciéndose con el tiempo y con la llegada de los emperadores del tipo persa, autocráticos.
Una forma más efectiva de justicia, que tomaba en sus manos el pueblo, era el pavor que tenían los romanos por no manchar su imagen. En efecto, cuando se quería presionar a un deudor para que pague era frecuente buscarlo hasta sorprenderlo fuera de casa con la finalidad de hacerle una escena (convicium): luego se lo perseguía con insultos y cánticos burlescos repetidos en estribillos. Lo único que la constitución exigía era no dejar completamente desnuda la persona del deudor y no decir palabras obscenas durante elconvicium. El deudor abochornado trataba de limpiar su imagen vistiendo de luto y dejando sus cabellos sin cortar. El pueblo era juez en la Romanidad, incluso en las pequeñas aldeas existía una costumbre muy particular ante los “malhechores”, lo cercaban en grupo hasta hacer montar al acusado en una carreta, y luego simulaban un funeral con insultos y risotadas. Incluso en los funerales verdaderos ocurría lo mismo, se podía insultar al difunto si el testamento no era aprobado por la “conciencia pública”, quien no tenía vergüenza de insultar o comentar la vida de cualquier ciudadano por que era su legítimo derecho de censura (reprehensio). “La opinión de la clase dirigente se sentía con derecho a controlar la vida privada de sus miembros, en interés de todos. Si se la desafiaba, se valía de burlas para vengarse: canciones injuriosas y anónimas que se repetían de boca en boca (carmen famosum), panfletos (libelli) que circulaban a costa del desviado y lo abrumaban de insultos obscenos y de sarcasmos, a fin de demostrarle que no era precisamente él el más fuerte”.
Pero no todos los reproches, insultos, o escenas se hacían en forma grupal o en anonimato, pues existía en el Imperio el derecho de cierta clase a denunciar a los individuos sin abochornarse ni tener miedo a represalias, era el derecho de individuo público ejercido por la clase gobernante. Ya se ha discurrido sobre la distinción que hacían los romanos entre lo privado y lo público, y es precisamente ésta una de las distinciones: si un individuo de la clase gobernante denunciaba a alguien ante la cámara, utilizaba su derecho público, su derecho de persona pública, al servicio de la ciudad o del imperio, para descalificar, acusar o denunciar a cualquier ciudadano, sin ningún tipo de inhibición.
Para el historiador, en Roma nunca hubo un estado de derecho civil; el estado romano no obedecía a reglas fijas y generales, sino que las órdenes y los dictámenes eran hechos cumplir nada más que por una clase gobernante, y cuando se trataba de resolver algún litigio eran las relaciones de poder alrededor de cada caso las que resolvían los problemas; no habían reglas de juego o de combate generales sino que cada problema se resolvía según las circunstancias y las relaciones de fuerza. Ni siquiera la costumbre o las  costumbres de los mayores (mores maiorum) eran las gobernantes como se creía en apariencia, pues la “costumbre no pasaba de ser un argumento: de modo que se le hacía decir todo lo que se quería que dijese”.
Phallum romano
“La vida pública obedecía a las decisiones de los miembros de la clase gobernante, y la privada, al que dirán”. Pero la gente no obedecía tan sólo a los decretos de los notables o al desvanecimiento de la imagen personal, pues es bien sabido que la romanidad era también un territorio de supersticiones. Mucha gente no daba un paso sin consultar a un astrólogo; así mismo existía mucho temor por los sueños, pues solían interpretarse tal cual, sin buscar significados más profundos; también se temía al mal de ojo, y era frecuente encontrar en las puertas de las casas romanas un phallum, un escorpión o algún perforador como símbolo protector que en caso de necesidad pincha el ojo del envidioso.
Además de las supersticiones, Roma tuvo también un sinnúmero de doctrinas orales, “códigos de buen sentido”, que denunciaban lo bueno y lo malo, y que generalmente sostenían el postulado muy difundido de que el Imperio atravesaba desde hacía mucho un largo período de decadencia. Según dichas doctrinas orales, lo malo no era la sociedad de clases sino la molicie o el exceso. “La molicie no parece ser más que todo más que una desviación entre otras, reconocible y hasta reducible a detalles poco viriles: inflexiones de voz afeminada, gestos amanerados, modo de caminar un tanto lánguido", etc,...porque ésta era la que explicaba el lujo y la lujuria, a los que se denominada con el mismo término, luxuria, y que consistían en no negarse nada y en creerse que todo estaba permitido. En aquella época, amar demasiado a las mujeres y hacer demasiadas veces el amor demostraba que uno era un afeminado. Por eso, se presenta en Roma y en el libro del historiador la paradoja de que por una parte se eleva como meta suprema la conquista de la ociosidad y por otra su condena por ser la madre de todos los vicios. Pero quizás fueron épocas distintas; en la Romanidad tardía apareció un tenaz virilismo “auténticamente clerical”, que condenaba los placeres, la danza y los excesos, movimiento aparejado con el estoicismo de fines del imperio.
En efecto, los excesos también fueron condenados por muchos filósofos, y quizás más que ninguno porHoracio, que defendía la moral de pobreza como la mejor manera de vivir. Bien entendido  que en la época pobreza significaba vivir de unas pocas rentas y tener nada más que cuatro o cinco esclavos. Pero en el fondo lo que condenaban algunos filósofos y sobretodo el pueblo era el ansia insaciable de riquezas y la avaricia de la gente que dedica su vida a amasar fortunas sin disfrutarlas nunca. En cambio, el pueblo se alegraba cuando veía a uno de los grandes gastar su fortuna en banquetes y fiestas diciendo: “mirad, he allí uno que es como nosotros”.
Por otra parte, varios filósofos griegos enseñaban “que el verdadero fin de la producción debía ser la autarquía, que consistía en reducir las necesidades para no seguir dependiendo de la economía”; algo que a mi parecer es típicamente griego. Lo importante es que ante la molicie y los excesos de algunas gentes, comprendidos varios emperadores, aparecieron doctrinas contrarias cuya meta era frenar la tendencia hacia la degeneración, tranquilizar a la gente de la escalada de vicios a la que se hallaba Roma sometida.

ESTRUCTURA DEL TRABAJO

La estructura del trabajo:
 GUILLE: la vida privada de la familia romana, el matrimonio en la Antigua Roma, la vida cotidiana de los esclavos.
EVA: la familia romana y sus libertos, el trabajo en la Antigua Roma, dinero y patrimonio en la Antigua Roma.
Nazaret: moral y costumbres, la vida social en la Antigua Roma, filosofías y religiones en la Antigua Roma.

martes, 14 de octubre de 2014

la filosofia

La filosofía (del latín philosophĭa, y este del griego antiguo φιλοσοφία, «amor por la sabiduría»)1 es el estudio de una variedad de problemas fundamentales acerca de cuestiones como la existencia, el conocimiento, la verdad, la moral, la belleza, lamente y el lenguaje.2 3 4 Al abordar estos problemas, la filosofía se distingue delmisticismo, el esoterismo, la mitología y la religión por su énfasis en los argumentosracionales por sobre los argumentos de autoridad,5 y de la ciencia porque generalmente lleva adelante sus investigaciones de una manera no empírica,6 sea mediante el análisis conceptual,7 los experimentos mentales,8 la especulación u otros métodos a priori, aunque sin desconocer la importancia de los datos empíricos.
La filosofía occidental ha tenido una profunda influencia y se ha visto profundamente influida por la ciencia, la religión y la política occidentales.9 10Muchos filósofos importantes fueron a la vez grandes científicos, teólogos o políticos, y algunas nociones fundamentales de estas disciplinas todavía son objeto de estudio filosófico. Esta superposición entre disciplinas se debe a que la filosofía es una disciplina muy amplia. En la actualidad sin embargo y desde el siglo XIX, la mayoría de filósofos han restringido su área de investigación, y se caracterizan por estudiar las cuestiones más fundamentales y generales.

el deporte

El deporte es un juego o actividad reglamentada, normalmente de carácter competitivo, que mejora la condición física y psíquica de quien lo practica y tiene propiedades recreativas que lo diferencian del simple entretenimiento.
No existe una definición única de deporte, variando el concepto según la fuente utilizada. La RAE, en su Diccionario de la lengua española, define deporte como una «actividad física, ejercida como juego o competición, cuya práctica supone entrenamiento y sujeción a normas»; también una «recreación, pasatiempoplacerdiversión o ejercicio físico, por lo común al aire libre».1 Por otra parte, la Carta Europea del deporte lo define como: «Todas las formas de actividades físicas que mediante una participación organizada o no, tienen como objetivo la expresión o la mejora de la condición física y psíquica, el desarrollo de las relaciones sociales o la obtención de resultados en competición de todos los niveles».
Institucionalmente, para que una actividad sea considerada deporte, debe estar avalada por estructuras administrativas y de control reconocidas que se encargan de reglamentarlo (las organizaciones deportivas). El hecho de que alguna actividad no esté reconocida institucionalmente como deporte, no impide que pueda estarlo popularmente, como ocurre con el deporte rural o con los deportes alternativos.
En el concepto de deporte, no debe confundirse actividad física con ejercicio físico. Según la Organización Mundial de la Salud, la actividad física abarca el ejercicio, pero también otras actividades que entrañan movimiento corporal y se realizan como parte de los momentos de juego, del trabajo, de formas de transporte activas, de las tareas domésticas y de actividades recreativas.4 Por ejemplo, el ajedrez es un juego en el que no se realiza ejercicio físico, pero en el que sí se realiza actividad física (incluyendo la mental); está reglamentado, tiene carácter competitivo, mejora de la condición física y psíquica y el desarrollo de las relaciones sociales, y está avalado por federaciones oficiales, por lo que reúne los requisitos para considerarse un deporte.
Asimismo, de acuerdo con el Comité Olímpico Internacional, la práctica del deporte es un derecho humano, y uno de los principios fundamentales del Olimpismo es que «toda persona debe tener la posibilidad de practicar deporte sin discriminación de ningún tipo y dentro del espíritu olímpico, que exige comprensión mutua, solidaridad y espíritu de amistad y de fair play».
Existen utensilios y estructuras que sugieren que los chinos realizaron actividades deportivas ya en el año 4000 a. C.7 La gimnasia parece haber sido un popular deporte en la Antigua China. Los monumentos a los emperadores indican que una cierta cantidad de deportes, incluyendo la natación y la pesca, fueron ya diseñados y regulados hace miles de años en elAntiguo Egipto.8 Otros deportes egipcios incluyen el lanzamiento de jabalina, el salto de altura y la lucha. Algunos deportes de la Antigua Persia como el arte marcial iraní de Zourkhaneh están ligados a las habilidades en la batalla.9 Entre otros deportes originales de Persia están el polo y la justa. Por otra parte, en América las culturas mesoamericanas como los mayas practicaban el llamado juego de pelota el cual a su vez era un ritual.
Una amplia variedad de deportes estaban ya establecidos en la época de la Antigua Grecia, y la cultura militar y el desarrollo de los deportes en Grecia se influyeron mutuamente. Para los griegos el deporte era una parte muy importante de su cultura, por lo que crearon los Juegos Olímpicos, una competición que se disputó desde el año 776 a. C. hasta el año394 d. C. cada cuatro años en Olimpia, una pequeña población en el Peloponeso griego.10 En 1896 se celebraron los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna, en Atenas, gracias a la iniciativa del barón Pierre de Coubertin de recuperar el espíritu de los antiguos Juegos añadiendo un carácter internacional. Los Juegos Olímpicos modernos, regulados por elComité Olímpico Internacional, se han convertido en el mayor evento deportivo internacional multidisciplinario, con más de 200 naciones participantes.11
Los deportes han visto aumentada su capacidad de organización y regulación desde los tiempos de la Antigua Grecia hasta la actualidad. La industrialización ha incrementado el tiempo de ocio de los ciudadanos en los países desarrollados, conduciendo a una mayor dedicación del tiempo a ver competiciones deportivas y más participación en actividades deportivas, facilitada por una mayor accesibilidad a instalaciones deportivas. Estas pautas continúan con la llegada de losmedios de comunicación masivos. La profesionalidad en el deporte se convirtió en algo común conforme aumentaba la popularidad de los deportes y el número de aficionados que seguían las hazañas de los atletas profesionales a través de los medios de información.
En la actualidad, muchas personas hacen ejercicio para mejorar su salud y modo de vida; el deporte se considera una actividad saludable que ayuda a mantenerse en forma psicológica y físicamente, especialmente en la tercera edad.

el ebola

El ébola es una enfermedad infecciosa viral aguda que produce fiebre hemorrágica en humanos y primates (monos, gorilas y chimpancé), causada por el virus del Ébola, que se describió por primera vez en el año 1976 por el Dr. David Finkes, cuando se presentaron varios casos de fiebre hemorrágica en Zaire y Sudán. El nombre del virus se debe al río Ébola, geográficamente ubicado enZaire.
El virus del Ébola es uno de los dos miembros de una familia de virus de ARN (ácido ribonucleico) llamadoFiloviridae. Existen cinco serotipos del virus del Ébola: Ébola-Zaire, Ébola-Sudán, Ébola-Costa de Marfil y Ébola-Bundibugyo. El quinto serotipo, el Ébola-Reston, ha causado enfermedad en los primates, pero no en humanos. Es una infección que se caracteriza por una alta tasa de mortalidad, que oscila entre el 50% y el 95% de los afectados. Debido a su naturaleza letal, este virus es considerado como un arma biológica.
La prevalencia del ébola es difícil de determinar, porque suele presentarse en forma de brotes o epidemia, sin embargo, en países como Estados Unidos la infección por este virus no es endémica, aunque existen registros de varias personas que trabajan en contacto directo con primates y que han adquirido la infección por el tipo Ébola-Reston; afortunadamente, este tipo de virus no ha demostrado efectos patogénicos en seres humanos. Otras personas en riesgo potencial son los trabajadores de laboratorio que trabajan con animales infectados o con cultivos del virus en tejidos.
Actualmente, se considera que las personas en riesgo de contraer fiebre hemorrágica por virus del Ébola son aquellas con antecedentes de viajes a África subsahariana, las personas que cuidan a los pacientes infectados, así como los trabajadores que se encuentran en contacto con primates infectados de origen africano.

Cronología del ébola y brote actual en África

Países como Sudán y Zaire han registrado brotes en 1976, con 284 casos y 151 fallecidos, y 318 casos 280 defunciones respectivamente, Inglaterra para ese mismo año registro un solo caso sin fallecidos; en el año 1979 se produce un nuevo otro brote en Sudan con 34 casos y 22 fallecidos. Hacia la década de los 90 se presentan casos en Filipinas (3), Virginia y Texas (4), así mismo durante los años 1994 al 2000 Gabón registró el mayor número de casos, con más de 350 personas infectadas y alrededor de 280 fallecidos. En el año 2007 Uganda registra un nuevo brote de fiebre hemorrágica por virus del Ébola con 149 infectados y 37 muertos. Este mismo país decretó a principios de octubre de 2012 el fin del brote de fiebre hemorrágica del Ébola que se ha cobrado la vida de 17 personas, según datos de la OMS.
En marzo de 2014 se ha registrado el último brote, en Guinea Conakry, donde el número de afectados supera ya los mil y se ha extendido por Liberia, Sierra Leona y Mali, y en menor medida Nigeria. A día de hoy (agosto 2014), la OMS ha reconocido que el virus está fuera de control, debido sobre todo a la facilidad y rapidez que tiene para propagarse, por lo que están haciendo todo lo posible a nivel regional e internacional para intentar prevenir su expansión a otras fronteras. Asimismo, se está desaconsejando viajar -salvo casos de extrema necesidad- a las zonas de África Occidental más azotadas por este brote. Los afectados superan ya los 7.500 y los muertos alcanzan los 3.500, la gran mayoría en Liberia.
En los últimos días de septiembre, se detectó en primer paciente infectado por ébola en EE.UU., que viajó a Dallas (Texas) tras haberse contagiado en Liberia y pasar los controles aeropuertuarios. El 6 de octubre, una enfermera que había tratado en Madrid a los dos misioneros españoles fallecidos por ébola, se ha convertido en la primera persona diagnosticada por ébola fuera de África

¿Cómo se transmite el virus del Ébola?

El virus del Ébola está considerado como sumamente infectivo, debido a su alta tasa de mortalidad, la rapidez con la que provoca la muerte y las zonas remotas donde se producen las infecciones. Se transmite a los humanos a través del contacto con un animal huésped infectado vivo o muerto (monos, murciélagos, antílopes…) y se disemina de persona a persona por el contacto con la sangre, tejidos, secrecciones y los fluidos corporales del sujeto infectado, y por el contacto con equipo médico contaminado, tales como agujas.
Las infecciones por virus del Ébola son agudas y no existe el estado de ‘portador’. Debido a que el reservorio natural del virus es desconocido, la manera en que el virus aparece por primera vez en un ser humano en el inicio de un brote no se ha determinado aún.
La transmisión nosocomial se refiere a la propagación de una enfermedad dentro de un centro hospitalario, este tipo de transmisión ocurre con frecuencia durante los brotes de virus del Ébola. En la mayoría de los centros de salud de África los pacientes son atendidos sin mascarilla, batas o guantes. Además, cuando las agujas o jeringas que se utilizan pueden no ser del tipo desechable, si se contaminan con el virus y luego se vuelven a utilizar, muchas personas pueden ser infectadas.
De hecho, si se produce la muerte del afectado por el virus, el protocolo indica que no se le puede realizar la autopsia por el alto riesgo de contagio por los fluidos de la víctima, por lo que deberá ser incinerado.

Mi Grupo

Mi grupo esta compuesto por : Guillermo Badía Zea y Eva Gazaba Villalobos.
Nuestras propuestas son:
 - El Ébola
 - La Filosofía
 - El deporte
 - Las nuevas telefonías de Apple
 -

martes, 7 de octubre de 2014

Te gusta leer, Investiga

    Te  Gusta Leer
En un principio cuando leemos un libro o cualquier noticia, tenemos que tener claro de que se trata y de que nos quiere informar ese autor. 
Cuando empezamos a leer tenemos la curiosidad de que se trata y nos ponemos a imaginar conforme vamos leyendo y nos vamos dando cuenta de lo que que nos quiere informar, contar, etc.
Tenemos que saber repartirnos el tiempo y no dejaron todo para el final porque puede que sea tarde o que lo que tu tenias previsto no te convence y no puedas tener otra opción , cuando con tiempo nada es imposible.
Hay que buscar palabras claves ya que por ejemplo en un libro con todo no te puedes quedar pero haciendo tus propios esquema, resumen, diagrama podemos a acordarnos de todo. Pero siempre poniendo en esos resúmenes lo mas importante.
Si quieres tener mas información sobre lo que tienes , puedes acceder a Internet, a bibliotecas del barrio, pero sitios seguro en los que podamos sacar esa información  y que nos sirva para nuestro diagrama o libro que estemos leyendo.
Hay también que saber tantear si la información que hemos elegido es la correcta y que no nos podemos quedar con lo primero que nos salga en los sitios que estemos buscando hay que saber lo correcto y lo no correcto.
Un documento no se puede leer una sola vez, ya que tenemos que leer tranquilo, volver a leerlo y todo comprendiéndolo detenidamente.
Tenemos que tener un guion que cada uno lo podemos formar de varias maneras y sea mas cómodo y flexible para el entendimiento.
Tienes que hacer borradores porque todo a la primera es difícil que te salga ya que tienes que estar buscando y repasando todo lo que quieras poner en esa información o lo que estés interesado que hayas leído.